Diabetes tipo 1
La diabetes tipo 1 es un trastorno caracterizado por niveles anormalmente altos de azúcar en sangre. En esta forma de diabetes, las células especializadas del páncreas llamadas células beta dejan de producir insulina . La insulina controla la cantidad de glucosa (un tipo de azúcar) que pasa de la sangre a las células para convertirla en energía. La falta de insulina provoca la incapacidad de utilizar la glucosa para obtener energía o de controlar la cantidad de azúcar en la sangre.
La diabetes tipo 1 puede ocurrir a cualquier edad, desde la primera infancia hasta la edad adulta tardía. Los primeros signos y síntomas del trastorno son causados por un nivel alto de azúcar en sangre y pueden incluir micción frecuente (poliuria), sed excesiva (polidipsia), fatiga, visión borrosa, hormigueo o pérdida de la sensibilidad en las manos y los pies y pérdida de peso. Estos síntomas pueden reaparecer durante el curso del trastorno si el azúcar en sangre no se controla bien con la terapia de reemplazo de insulina. Un control inadecuado también puede hacer que los niveles de azúcar en sangre bajen demasiado (hipoglucemia). Esto puede ocurrir cuando las necesidades del cuerpo cambian, como durante el ejercicio o si se retrasa la alimentación. La hipoglucemia puede causar dolor de cabeza, mareos, hambre, temblores, sudoración, debilidad y agitación.
Diabetes tipo 1 no controlada puede provocar una complicación potencialmente mortal llamada cetoacidosis diabética. Sin insulina, las células no pueden absorber glucosa. La falta de glucosa en las células hace que el hígado intente compensar liberando más glucosa en la sangre, y el azúcar en sangre puede volverse extremadamente alto. Las células, incapaces de utilizar la glucosa en la sangre para obtener energía, responden utilizando grasas en su lugar. Al descomponer las grasas para obtener energía se producen productos de desecho llamados cetonas, que pueden acumularse en personas con diabetes tipo 1, lo que resulta en cetoacidosis diabética. Las personas afectadas pueden comenzar a respirar rápidamente, desarrollar un olor afrutado en el aliento y experimentar náuseas, vómitos, enrojecimiento facial, dolor de estómago y sequedad de boca (xerostomía). cas severo Es decir, la cetoacidosis diabética puede provocar coma y la muerte.
Durante muchos años, la hiperglucemia crónica asociada con la diabetes puede dañar los vasos sanguíneos y los nervios, lo que da lugar a complicaciones que afectan a muchos órganos y tejidos. La retina , que es el tejido sensible a la luz en la parte posterior del ojo, puede dañarse (retinopatía diabética), provocando pérdida de visión y eventual ceguera. El daño del riñón (nefropatía diabética) también puede ocurrir y puede provocar insuficiencia renal y enfermedad renal en etapa terminal (ESRD). A menudo se presentan dolor, hormigueo y pérdida de la sensibilidad normal (neuropatía diabética), especialmente en los pies. La circulación deteriorada y la ausencia de las sensaciones normales que provocan una reacción inmediata a una lesión pueden provocar daños permanentes en los pies; en casos graves, el daño puede provocar una amputación. Las personas con diabetes tipo 1 también tienen un mayor riesgo de sufrir ataques cardíacos, accidentes cerebrovasculares y problemas con la función urinaria y sexual.