¿Porqué se cae el cabello?
En condiciones normales, en la cabeza de cualquier persona hay aproximadamente unos 100.000 pelos que, como todo en el organismo, tienen su propio ciclo vital, que abarca entre los dos y los seis años (fase anágena). Durante este tiempo crece a un ritmo de un centímetro al mes. Luego deja de crecer y durante un periodo de cuatro semanas (fase catágena), comienza a debilitarse hasta que cae, dejando su lugar a nuevos cabellos que nacen del mismo folículo.
De hecho, todas las personas pierden unos pocos pelos cada día: entre 50 y 100, aunque en otoño esta cantidad se puede duplicar; pero se renueva con facilidad y lo normal es que se mantenga el volumen y la densidad del cuero cabelludo.
Sin embargo, no siempre es así. Tanto en el hombre como en la mujer se dan situaciones en que caen más cabellos de los que luego salen y el pelo comienza poco a clarear, a perder densidad, dejando que la piel se entrevea o generando zonas carentes de pelo, es decir calvas. Es la tan temida alopecia, más frecuente en el hombre por razones genéticas, aunque hay muchos tipos y numerosas causas que la puedan generar, independientemente de si se trata de un varón o una mujer.
Caída del cabello en hombres
Un folículo tiene la capacidad de generar hasta 25 cabellos de forma sucesiva. Pero hay factores que pueden inducir que el folículo se agote antes de lo debido y deje de generar nuevos cabellos, abriendo la puerta a la alopecia o calvicie. En general es una cuestión hormonal en cuyo origen está la hormona masculina llamada dihidrotestosterona, que contribuye a acortar el ciclo vital del pelo y a que cuando se cae uno el siguiente que nace del mismo folículo sea más débil y más fino, hasta que ya no sale uno nuevo.
Es así como se produce la denominada alopecia androgenética, que tiene un componente hereditario importante, y que constituye el origen del 90% de las alopecias masculinas. De hecho, esta situación se inicia en el 25% de los casos a partir de los 25 años, entre los 30 y los 50 en el 30% de los varones y a partir de los 50% en el resto.
Pero hay otros factores que pueden acelerar la caída del cabello o incluso producirla, como de hecho sucede en un 10% de los casos de alopecia masculina. La seborrea o exceso de grasa es uno de ellos, aunque también intervienen la higiene del pelo, la polución, el estrés, situaciones de alto impacto emocional o el tabaquismo. Todo ello tiene un efecto común, como es el bloqueo de los radicales libres y, por tanto, el inicio de un proceso oxidativo que incide negativamente en el riego sanguíneo del folículo piloso restándole capacidad y fuerza, lo que debilita significativamente el pelo.
El cuidado del cabello, con una buena higiene o productos cosméticos indicados por un dermatólogo podrían evitar o en todo caso ralentizar esta caída del cabello, prolongando su ciclo vital, su grosor, su resistencia y su densidad.
Caída del cabello en mujeres
La caída del cabello no es un hecho exclusivo de los hombres, sino que puede darse también en la mujer, para la que constituye una cuestión de imagen que puede llegar a ser dramática y tener un impacto psicológico muy negativo.
Lo normal es que en la mujer la pérdida de densidad capilar se inicie con la llegada de la menopausia, ante la caída de los niveles de estrógenos que se produce y el aumento de testosterona. Pero hay muchas otras causas que pueden producir cuadros de alopecia en mujeres jóvenes, entre las que destacan las alteraciones del equilibrio hormonal o los problemas de tiroides. De hecho, el aclaramiento del pelo por la pérdida de grosor y densidad del mismo puede ser un signo clínico de que algo no va bien en el organismo y debe ser motivo para acudir a la consulta de un dermatólogo para identificar la causa y tratarla adecuadamente.
En otras ocasiones, igual que en el hombre, los factores oxidativos como la falta de higiene, el exceso de grasa, el uso de productos cosméticos inadecuados, la dieta, la falta de ejercicio, el tabaco o la contaminación pueden favorecer la caída excesiva de pelo y el debilitamiento del mismo.
Pero en la mayoría de los casos la identificación de la causa y el tratamiento adecuado, junto a un buen cuidado del cabello, pueden restablecer la normalidad y permitir la recuperación de la densidad capilar.